OESTE

La "niña bonita" de la OTAN, infiltrada tras el Telón de Acero

Una ciudad amurallada en pleno siglo XX en Europa, donde sus habitantes eran, sin embargo, absolutamente libres. Un islote flotante en un mar soviético que se extendía desde Moscú hasta el Telón de Acero. Era probablemente el único lugar del mundo en el que podías beber Coca-Cola, consumir drogas duras y codearte con Bowie y los Depeche Mode a escasos km de donde circulaban trabants y se erigían estatuas de Engels, Lenin o Karl Marx.

Salvaguardados por las fuerzas de ocupación de EEUU, Reino Unido y Francia, los berlineses occidentales gozaron siempre de un estatus especial con un flair internacional. Sí, el desempleo alcanzaba índices elevadísimos, pero sus jóvenes se libraban de hacer el servicio militar y los bares, no tenían hora de cierre. Los 160 km de muro que rodeaban Berlín Oeste fueron hervidero de vanguardias culturales y artísticas en frenesí. También de la contracultura de una nueva generación de berlineses que denostará la tutela de las barras y las estrellas y abogará por ser dueña de su propio destino.

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