El puño soviético en el corazón de Europa hasta que Gorbachov lo sacó
La gran metrópoli con aire provinciano de la Alemania comunista. Desde 1961 mordisquea con una dentadura de cemento a su contraparte occidental con la que coexiste en una comparación constante y enfermiza. Estamos en plena Guerra Fría y "Berlín Este" es el escaparate de las "bondades" del experimento socialista alemán.
Pese al Jeder eine eigene Wohnung -"para cada uno, una vivienda"-, desempleo en mínimos, educación y sanidad universal, en los ochenta, irá germinando in crescendo una frustración en el poso social. La economía planificada no va ni para alante ni para atrás. En 1989, centenares de miles, sobre todo los más jóvenes, salen a las calles para exigir libertad de expresión, una democratización de la política y poder salir de la burbuja socialista. Muchos lo hacen de forma ilegal por Praga, Varsovia o Budapest. Los gerifaltes del régimen se las arreglarán para eternizarse en el poder durante cuarenta años, con su muralla urbana, su Stasi y sus torres de control, hasta que la sociedad dirá basta con la bendición de Mr. Gorbachov.
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